Me gusta mucho la serie, Manolo. Por un lado, las fotografías en sí, con un color delicioso (no repito lo de siempre

) y una concepción espacial muy cuidadada. Por otro lado, la historia que hay detrás impresiona: esa enorme estupidez humana devorada por la avaricia que ha llenado el paisaje de extrañas calles desiertas con farolas que alumbran la nada.
Creo que hay que nombrarte ya el Robert Adams del Poniente, aunque sea en color
Saludos
