Las tribulaciones de un cacharrero entre cacharros.

A principios del 2013, en vísperas de mi jubilación, comenzó mi calvario a la búsqueda de ese Santo Grial del equipo perfecto con el que disfrutar de ese mayor tiempo libre con mi afición. Y empezó con la adquisición de un kit Nikon V1 que incluía el 10-30 y 30-110 mm. por apenas 390 euros, un grandísimo e irrepetido precio. Desde entonces he venido cambiando hasta cinco veces de equipo: Olympus EPL3, Ricoh GXR, Samsung NX 10, 1100 y 300, Olympus XZ2, Lumix LX7 y, finalmente, Lumix GX1 (el que tengo actualmente), completado con la Ricoh GX200 y con la compacta, recién adquirida, Fuji X30.
A lo largo de todo este tiempo transcurrido, aunque pueda parecer lo contrario, he disfrutado muchísimo menos de la fotografía que en mis tiempos anteriores, en los que me conformaba con llevar, a diario (eso sí) una modesta compacta al cinto, la Samsung WB2000, con la que, sin duda, he hecho el mayor número de disparos incruentos desde que allá por los 70 me inicié en esto del vicio de afotar con una Canon Ftb comprada con mis ahorrillos durante el servicio militar en Canarias.
Por mis manos han pasado todos esos modelos y, anteriormente, en la época analógica, ¡ni os cuento! Dudo mucho que alguien pueda mencionar alguna marca o modelo que no haya pasado, siquiera fugazmente, por mis manos. Y todo gracias a mi amistad con un entrañable vecino y amigo de Alicante, Vicente, mecánico reparador de cámaras, que ya entonces me facilitó el acceso a muchos modelos que le quedaban en depósito, abandonados por impago, y que me acababa ofreciendo en condiciones económicas muy favorables y que, sin saberlo, me inoculó el virus de la cacharrería, tremendamente pernicioso para cualquier fotógrafo que se precie.
Todo este rollo viene a cuento de una reflexión acerca de lo verdaderamente importante, aunque cada cual es muy libre de interpretarla como quiera, naturalmente.
Recientemente, la contemplación de unas fotografías de Joanna Lemanska en 500px.com me ha acabado abriendo los ojos y, aunque ya lo sabía (pero no lo aceptaba
) me ha enseñado que en modo alguno la cámara hace al fotógrafo y, en determinadas circunstancias, ni siquiera supone una ayuda. La fotógrafa francesa, con su modesta Fuji X10 y su iPhone4, ha sido capaz de plasmar todo cuanto yo busco y no encuentro en ese arte fotográfico al que tan sólo le pido que me devuelva las sensaciones que percibí al asomarme a esa ventanita del visor y retener ese trozo del paisaje que llamó mi atención y del que pretendía adueñarme sin que fuera nunca mío, verdaderamente.
En realidad, la reciente adquisición de la Fuji X30 responde a esa necesidad de simplificar al máximo y de relativizar mis necesidades de "hardware" para evitar que los árboles me impidan ver el bosque.
Ahora voy en busca del tiempo perdido. Ahora, el paisaje me sale al paso, en lugar de salir yo a su encuentro. Porque, en realidad, todo es cuestión de educar la mirada.
Que cada cual saque sus propias conclusiones.

A lo largo de todo este tiempo transcurrido, aunque pueda parecer lo contrario, he disfrutado muchísimo menos de la fotografía que en mis tiempos anteriores, en los que me conformaba con llevar, a diario (eso sí) una modesta compacta al cinto, la Samsung WB2000, con la que, sin duda, he hecho el mayor número de disparos incruentos desde que allá por los 70 me inicié en esto del vicio de afotar con una Canon Ftb comprada con mis ahorrillos durante el servicio militar en Canarias.
Por mis manos han pasado todos esos modelos y, anteriormente, en la época analógica, ¡ni os cuento! Dudo mucho que alguien pueda mencionar alguna marca o modelo que no haya pasado, siquiera fugazmente, por mis manos. Y todo gracias a mi amistad con un entrañable vecino y amigo de Alicante, Vicente, mecánico reparador de cámaras, que ya entonces me facilitó el acceso a muchos modelos que le quedaban en depósito, abandonados por impago, y que me acababa ofreciendo en condiciones económicas muy favorables y que, sin saberlo, me inoculó el virus de la cacharrería, tremendamente pernicioso para cualquier fotógrafo que se precie.

Todo este rollo viene a cuento de una reflexión acerca de lo verdaderamente importante, aunque cada cual es muy libre de interpretarla como quiera, naturalmente.

Recientemente, la contemplación de unas fotografías de Joanna Lemanska en 500px.com me ha acabado abriendo los ojos y, aunque ya lo sabía (pero no lo aceptaba

En realidad, la reciente adquisición de la Fuji X30 responde a esa necesidad de simplificar al máximo y de relativizar mis necesidades de "hardware" para evitar que los árboles me impidan ver el bosque.

Que cada cual saque sus propias conclusiones.

